Revista Contra Estudio

viernes, 14 de noviembre de 2014

¡ALERTA! ¡ALERTA! Por Estefanía Farías Martínez

                                                    ¡ALERTA! ¡ALERTA!
                                           Por Estefanía Farías Martínez

-¡Alerta! ¡Alerta! ¡Hay un hombre armado en el colegio!- Sonó por megafonía.
Ante la ausencia de un profesor en el aula que les asesorara, los chicos corrían de un lado para otro sin saber muy bien que hacer y Saúl, desconcertado, permanecía impertérrito buscando una salida adecuada. La idea surgió en su mente en un instante.
-Vamos a meternos en los armarios-
Todos reaccionaron inmediatamente y los veinticinco adolescentes de trece años vaciaron el contenido de aquellos improvisados refugios de emergencia y pugnaron por hacinarse en su interior. Saúl dirigía las maniobras, comprobando que estuvieran perfectamente coordinados. A pesar del caos consiguió que todo fuera llevándose a cabo con orden y eficacia, evitando las crisis de nervios. Sin embargo, una vez que todos sus compañeros estuvieron distribuidos en los armarios, en número exacto para evitar brotes de ansiedad, hizo intención de ocupar el espacio que había reservado para sí mismo en el primero de ellos. La resistencia de los ocupantes y una voz que provenía del fondo, un ronroneo inquietante, la voz de Ela, la brasilera por la que suspiraba desde hacía dos semanas, le hizo ponerse pálido
-No cabes-.
Estaba atónito. Sólo había necesitado unos segundos para calcular la capacidad de cada armario.
-Si hay sitio suficiente-. 
-Te ha  dicho que no cabes-Repetía el nuevo novio de Ela, el portugués de mirada huidiza.
No pudo decir mucho más antes de sentir un fuerte golpe en las costillas y ver como le negaban el acceso al interior. Saúl lo intentó sin éxito con el segundo, con el tercero, con el cuarto. Cada vez eran más agresivos al rechazarlo. Usaban brazos y piernas para asegurarse de que permaneciera en el exterior. Cuando escuchó la última puerta cerrarse definitivamente, sin darle más opciones que permanecer aislado, expuesto al peligro, observó aterrorizado la salida del aula.
No tenía muchas alternativas. Saltar por la ventana le supondría una caída desde el cuarto piso y una muerte segura. Intentar abandonar el aula no le garantizaba la supervivencia. Ese tipo estaría avanzando lentamente hacia ellos. Se convertiría en un blanco fácil. Temblando, el rostro trasfigurado, crispado, el corazón desbocado, se sentó debajo de su propio pupitre a esperar. Le dolía el pecho. Se encogió, cerro los ojos y al borde del colapso, absolutamente convencido de que le quedaban unos minutos de vida, escuchó por megafonía
-Lo habéis hecho muy bien. Solo era un simulacro-.
Los chicos salieron sonrientes de los armarios y volvieron a ocupar sus respectivos asientos. Nadie prestaba atención a Saúl. Aún permanecía bajo el pupitre. Sus extremidades estaban tan agarrotadas que no conseguía recuperar la movilidad, respiraba con dificultad y diez minutos más tarde la profesora lo encontró inconsciente, sudoroso, enroscado sobre sí mismo, con el cuello torcido y la cabeza caída hacía un lado.
Concluyó que el chico nuevo, con un coeficiente intelectual de 150, tendría problemas de adaptación en aquel centro. Le faltaba capacidad de reacción. Había hecho fracasar el simulacro.




     

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Entrevista a Martín Sotelo: «Hay una corrupción de pensamiento a lo largo de toda la novela». Por Ginés Vera.

Entrevista a Martín Sotelo: «Hay una corrupción de pensamiento a lo largo de toda la novela».

Por Ginés Vera

Martín Sotelo (Toledo, 1982) estudió Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid, compaginó sus estudios con múltiples trabajos de profesor, redactor, corrector, investigador y documentalista. Ha publicado, con seudónimo, diversos artículos para varias publicaciones locales. Actualmente trabaja como corrector y profesor. Tras su primera novela Bailes de medio siglo en 2012 (finalista del premio Roman de Chambéry, a la mejor primera novela escrita en castellano), acaba de publicar este año La vida muerta (Alfabia, 2014). Ha sido elegido Nuevo Talento FNAC 2014.
La vida muerta enhebra personajes con historias que convergen, que discurren como el río presente a modo de personaje silencioso. ¿Qué fue lo más complejo a la hora de buscar el enfoque: los personajes o el paisaje?

Los personajes. El paisaje, para mí, no es más que una recreación mental de los personajes. Por tanto, no me interesan los paisajes desligados del discurrir mental de los personajes. La primera imagen que se me vino a la mente es precisamente la imagen con la que comienza la novela: una extraña mujer que aparece de pronto una noche en mitad del bosque para pedirle a un barquero que la ayude a cruzar el río. El resto vino solo, tratando de imaginar lo que había al otro lado del río y entre los árboles. 



¿Podríamos hablar en estas historias cruzadas de dolorosas verdades frente a la incertidumbre de los deseos de los protagonistas?

Es que el deseo siempre es incertidumbre, y, como tal, se prolonga en una verdad incierta que duele y a la vez ilusiona por su mismo carácter enigmático. Debía mantener, por tanto, la ambigüedad durante todo el relato para crear una atmósfera digna de los tumbos que los personajes van dando.

Si en la contraportada se hace referencia al personaje del doctor Dangel como vertebrador de las historias de La vida muerta, me quedo con la caracterización de Gundi, acaso porque creo que hay muchos Gundi a nuestro alrededor, ¿está de acuerdo?

Yo mismo soy como Gundi. Es mi personaje favorito. Un hombre que vive tranquilo en su mundo, soñando, y que cuando sus sueños empiezan a cumplirse teme no estar a la altura de lo soñado.

Hay un claro guiño a la política, a la turbidez de los intereses malsanos del poder político, quizá conformando esa banda sonora de nocturnidad, de clandestinidad, de lo furtivo.

Hay una corrupción de pensamiento, incluso en los sueños, a lo largo de toda la novela. Los fines se consiguen mediante confusos rodeos, nunca directamente, como si se supiera que son fines necesarios pero malsanos y hubiera que mantenerlos en secreto. El personaje del político es uno más dentro de esa corrupción. Si hay políticos así es porque hay un tejido social que lo mantiene y lo permite. 

El hecho de que a Gundi le guste leer novelas de piratas es premeditado, ¿verdad?

Gundi se refugia en esas noveluchas para seguir recordando a Analía, ya que de pequeños jugaban a piratas. También para seguir preservando de esa forma su infancia. El que sea un personaje lector, es decir, nostálgico y fantasioso, me permitía describir sus pasajes con ese velo incierto de los sueños, en donde luces y sombras, verdad y mentira se confunden en una misma cosa. 

El doctor Dangel llega a afirmar una frase que no sé si comparte, la de que todo consiste en desviar la vista a tiempo, en distraer la realidad y pensar en otra cosa.

No la comparto, pero suele ser así. Es lo que todo el mundo hace para tratar de sobrevivir. Yo mismo desvío la vista hacia los libros y allí distraigo la realidad para hallar en las páginas otra realidad más verdadera y comprensible.

Al igual que comentaba con la presencia del río, hay otro ‘personaje’ velado en toda la novela, uno tan antiguo como inmaterial, que se asoma a menudo poético, como en la frase: ‘Septiembre se envolvía en un velo mortuorio’. O ‘Todos estamos condenados desde el nacimiento’.

Es el Tiempo. No suelo ser muy explícito con las fechas en mis novelas, ni siquiera con los meses, pero me gustaba la idea de fijar septiembre porque es un mes de nuevos planes e idénticas estrategias, como diría Nacho Vegas. Es un mes en que pretendemos cumplir y afianzar todos esos sueños y proyectos que hemos ido planeando durante el verano, y me venía bien para relanzar la novela hacia su final.

Personajes, paisajes, historias que convergen, pero también silencios, ese silencio que la Dávalos apostilla al decir ‘todo lo que te guardes para la tumba te matará en vida.’ ¿Qué silencio queda o debería quedar tras leer La vida muerta?

Un silencio fecundo, hecho de todos los silencios de los que se nutre la novela, y que el lector debe interpretar a su antojo. Todo aquello que no se cuenta en una novela siempre es más importante y poderoso que lo que se cuenta. La novela no debe crecer en el texto propiamente dicho, sino en esos pasillos vacíos, subterráneos, que las palabras abren y que el lector debe llenar con su vida y su imaginación. 
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domingo, 9 de noviembre de 2014

Entrevista a Santiago Posteguillo, por Ginés J. Vera

Entrevista a Santiago Posteguillo

 por Ginés J. Vera

«No podrán acabar con la cultura, siempre acaba encontrando resquicios por donde subsistir».
Entrevistamos a Santiago Posteguillo tras la publicación del libro ‘La sangre de los libros’. Posteguillo es filólogo, lingüista, ejerciendo en la actualidad como profesor titular en la Universitat Jaume I de Castellón (España). Siendo autor de más de setenta publicaciones académicas en 2006 publicó su primera novela, ‘Africanus, el hijo del cónsul’ como primera parte de una trilogía que continuó con ‘Las legiones malditas’ en 2008 y ‘La traición de Roma’ en 2009. En 2012 publicó “La noche en que Frankenstein leyó el Quijote” recientemente nominada para el Premio de la Crítica Literaria Valenciana en la categoría de “Ensayo y otros géneros”.
¿Es este libro, ‘La sangre de los libros’, una invitación a leer las obras referidas y a conocer las vidas literarias de sus autores?
Totalmente, ese es el gran enfoque de ‘La sangre de los libros’ y del anterior también. ‘La sangre de los libros’ intenta ser un paseo literario en el tiempo desde la época de la Roma Clásica con Cicerón hasta llegar a la época de la ciencia ficción con Isaac Asimov. Y la idea es que la gente a través de llamarles la atención con los misterios a veces sangrientos, a veces de sufrimiento de los escritores primero se interese por ellos y de ahí salte a las obras. Al final del libro hay un llamamiento a: no se detengan ahora que se han acabado las páginas, hay mucha literatura por leer.
Veo guiños a la rabiosa actualidad, a nuestros políticos, falta de financiación, lo que opinaría Ridruejo se nuestro sistema parlamentario, aunque en los relatos novelados repase obras y autores desde la Roma Clásica hasta el siglo XX.
Sí, porque aunque uno haga una literatura con las novelas históricas o bien ahora también son relatos históricos y en muchos casos me centro en autores del pasado es imposible para un escritor abstraerse de lo que te rodea y más en unos tiempos como los actuales que podemos definir cuanto menos de convulsos, y particularmente en nuestro país. No puedo evitar pensar y a veces sonreír en qué diría un Quevedo, un Ridruejo, un Cervantes o un Seneca hoy día. Séneca supongo que ya estaría en la cárcel y Quevedo estaría camino de ella.


¿Hasta qué punto se sigue usando la ignorancia desde el poder para alejarnos de la libertad? Séneca, uno de los personajes de  ‘La sangre de los libros’, afirmaba: “La sabiduría es la única libertad”
Lo que está haciendo el poder con la cultura solo tiene un nombre, que es traición al legado cultural patrio, fíjate lo que te digo, porque van muy de patriotas. El 21 % de IVA cultural es un atentado prácticamente terrorista contra la cultura, ejercido desde el poder, porque al poder siempre le ha incomodado una cultura, incomoda, inquieta, critica y simplemente utilizan una venganza. Y hacen mucho daño, y lo hacen muy bien porque son inteligentes. No podrán acabar con la cultura porque la cultura siempre acaba encontrando resquicios por donde subsistir pero sí que conseguirán retirar de la lectura a mucha gente y hacer que más gente sea menos pensante y, por consecuencia, más manipulable por tanto conseguirán sus objetivos.
 Hace tiempo que he dejado de pensar en que hay casualidades en estos asuntos, hay quien puede pensar que es una vena paranoide mía y yo creo que lo que ocurre es que hay un plan ejercido desde el poder para intentar simplificar la mente de las personas y se les entrega pan y circo en forma de entretenimientos perfectamente legítimos y muy bonitos, por ejemplo el futbol, un buen partido de futbol puede ser un buen entretenimiento. Que ahora haya futbol todos los días de la semana siempre esto no había pasado nunca. Los bous al carrer esto es más controvertido, pero mas allá de la controversia, en tiempos de crisis, hay mas bous al carrer en la Comunidad Valenciana que nunca. Hay que adormecer mucho a la gente porque claro, lo de las tarjetas opacas de Bankia, lo que han hecho los bancos, los imputados, alcaldes y  alcaldesas imputadas por todas partes, sindicatos, en fin, claro, hay que adormecer mucho a la gente, se intenta y se hace bien, y aún así le salen cosas.
¿Qué relación hay entre ‘La noche en que Frankenstein leyó el Quijote’ y ‘La sangre de los libros’? ¿Habrá un tercero?
Pues es posible que escriba un tercero. El primero gusto aunque pilló a contrapié a mucha gente, el segundo ha arrancado incluso mejor, igual porque ya la gente sabe que a veces puedo hacer otras cosas como esta;  este segundo habiendo salido el 7 de octubre ya está en una segunda edición, vamos mucho mejor. El primero funciono bien en América latina, tengo fechas para ir a Perú, a Colombia, a México y Argentina por este libro, por ‘La sangre de los libros’, aparte de que allí gustan mucho mis novelas históricas.
Tiene toda la relación del mundo, ahora son 30 relatos donde antes eran 24, en este sentido es un poco más ambicioso; el esquema es muy similar, son relatos novelados, donde me detengo en distintos momentos y distintos autores de la literatura universal que a mí me parecen mágicos, en este sentido están muy relacionados, si funciona y nos aminamos haremos un tercero.
En el relato ‘La piel de un libro’ leo: “Incluso los libros electrónicos necesitan una buena piel, que la imagen atraiga a los lectores potenciales”.

Si, a ver, en este sentido es lógico, estamos en un mundo muy audiovisual y la imagen es absolutamente necesaria incluso, comento aquí, no solo en un libro de papel, en un libro digital tiene que tener una imagen que te resulte atractiva y que te detengas cuando vas navegando por la red. Hoy en día es muy importante el hecho de las portadas, yo me preocupo mucho con ellas, suelo debatir con los equipos de diseño gráficos de mis libros qué ponemos de portada y cómo lo ponemos. Para mi evidentemente lo fundamental es el texto, pero la gente no se acerca a un libro…, si no te conoce como autor no se acerca por el nombre, se acerca por que le llame la atención la imagen, luego por el titulo y luego ya veremos. Es verdad que luego puedes tener a un grupo de gente que te siga y aun así una imagen impactante, atractiva pero que no defraude es importante, si.