Revista Contra Estudio

miércoles, 30 de julio de 2014

Devenir, de Olga Dalin

Devenir

Abrígame en el bosque de tus brazos
en el verde azul de tus pupilas
abrígame y toca la pasión
más allá de un nosotros
de un pertenecerse como locos
que el para siempre no existe
aun siendo verdaderos
sólo este día es real
tiene forma
sólo hoy veo el día amanecer
huelo aromas
sólo hoy parpadean las estrellas
el mar ruge
hoy únicos gotas insondables
cayendo una a una
independientes en este universo
habitado y sufrido
no somos de nadie
no pertenecemos a nada
no buscamos el puño ni la piedra
caemos mojando lágrimas o risas
de ritmos y de notas
mañana inexorablemente otros
abrázame que otras horas vendrán,
otros diluvios, que envejece el ayer
la piel se arruga besando el tiempo
a ratos nos muerde la vida
nos devora, rompiendo
lo bueno de hoy o lo inútil de ayer
otros, mañana seremos otros,
mejores distintos peores tal vez
devenidos de ropas y de gestos
para el tiempo y su mansión cerrada
sólo microbios somos
fuera de él nada existe sólo espacio
y qué va a ser de nosotros:
dos puntos consagrados
dos corazones haciendo historia
entre sílabas y besos

(De Lluvia de los días, librsoenred, 2014)


Olga Dalin

Empecé a escribir a los 14 o 15 años, habiendo sido mis primeras inspiraciones la obra de los poetas
José María Eguren, Gustavo Adolfo Becquer, Abraham Valdelomar, y Jorge Manrique. Más
adelante en la universidad lo serían Alfonsina Storni, Gabriela Mistral, Juan Gonzalo Rose, Pablo
Neruda y César Vallejo. En Australia leí a Octavio Paz, Federico García Lorca, Antonio Machado,
Miguel Hernández, W.H Auden, Walt Whitman, Dorothy Porter and Dorothy Hewett.

A la edad de 17 obtuve mi primer galardón con el ensayo Desarrollo de los Pueblos de América.
En Australia he sido galardonada por la Sociedad Cultural Española en Sydney, en 1994 y 1995.
Por el Certamen Literario, Premio Rubén Darío en Melbourne en 1993 y 1995.
En el Concurso de Poesía y narrativa organizado por el Grupo latino Americano en Queensland en
1995.

Mi cuento El Confidente fue publicado en el libro Transitions bajo el auspicio del Department of
The Arts y el Fremantle Council of Arts en 1996.
Tres de mis poemas fueron seleccionados en la Antología Bilingüe de poetas hispano-americanos en
Australia, Over The Horizon, Sobre el Horizonte editado por Silvia Cuevas, bajo el auspicio del
Australia Council for The Arts, en 1998.
Recientemente he publicado dos libros de poemas: Las Hadas No Existen, Xlibris, 2014 y Lluvia de los días, LibrosEnRed, 2014. Un tercer libro inspirado en Las Salinas de Chilca, balneario donde pasé muchos veranos de mi vida está en elaboración.








domingo, 27 de julio de 2014

Nuestro escritor de la semana: Fernando Morote (Piura, 1962)


Tres poemas del poemario inéito La psicosis del símbolo,de Isaías Hurtado Santa Cruz

AVSRIZ II
 
Soy el fantasma
que escribe tu nombre
en el rumor de la noche
y se ahorca antes del amanecer.

Las dos de la tarde.
Te irás.

Esconderme en un poema miserable
únicamente para que no me encuentres entre mis patologías.

Enfermiza vida,
¿Quién ha enterrado tu nombre
sin que tengas uno?

MANUSCRITO HALLADO EN EL CUADERNO DE CATHERING

Y buscar dentro del corazón que no tienes
algunas palabras que puedan curar todas mis psicosis.

Y salir y buscar  algo que no me desespere
para no terminar llorando en tus espaldas
que son las de un santo de mármol
que no entiende las complicaciones psicológicas
de un ser tan desgraciado como yo.

Señor,
he cometido el peor pecado del mundo:
él de nacer con todos mis defectos,
y mirarme al espejo y no mirar más de lo que no soy.

Hubiera querido cambiar la poesía por una mirada que se desprenda de tus ojos,
cambiar la poesía por algo que verdaderamente sirva,
Dejar de esconderme en poesía
y dejar de ser algo que no entiendo yo mismo.

He mandado al diablo todo,
y la vida misma se fue al diablo.

Al final me he quedado en el silencio gutural de un día de soledad
que no se viste más que para comer con tenedores que ya nadie usa.



MANUSCRITO HALLADO EN UN CUADERNO DE PSICOLOGÍA

Y lo falso,
lo que me has escrito en el cuaderno
por el miedo que te dan mis neurosis.

Luchar,
a patadas,
para tratar de comprender lo que temo.

Contarte
que de vez en cuando pienso
que puedo terminar de comprenderte a ti
y a la vida
dando el paso que nos separa de lo infinito.

Y no es ciencia,
y es nada.
Y la nada viste de amor a veces
para esconderse dentro del cuerpo femenino que deseo
desde que la poesía no es más que palabras que brotan para mentirme a mí mismo.





 ISAÍAS HURTADO SANTA CRUZ


Nació en Cerro de Pasco en 1987. Es poeta, ensayista y promotor cultural. Colabora con  el Diario El Minero en la sección cultural.

sábado, 26 de julio de 2014



Ginés J. Vera. Nacido en Valencia, España. Licenciado por la Universidad de Valencia (España). MBA en Dirección Empresarial y Marketing. ESIC Business & Marketing School.Valencia. Formador Diplomado por la Universidad Internacional Valenciana.
Ha publicado artículos de divulgación en las revistas RÀPITA (San Carles, Tarragona) y URBIS NOTICIAS (Valencia), colaborando como redactor de la revista universitaria PHTHYRIUS y en el diario TRIBUNA VALENCIANA.
Sus relatos y microrrelatos han sido incluidos en diversos medios y antologías. Finalista en certámenes literarios, ha publicado los libros de relatos y microrrelatos CUENTAGOTAS Relatos Express (Editorial Chirre, 2009). EL HECHIZO DE LA MUJER DRAGÓN. (La Plaça. 2010). EXQUISITA TORTURA. (Amazon-KDP, 2012),  CALEIDOSCOPIO. (Amazon-KDP, 2013).
Colaborador en las revistas: Clickentrada, La Gonzo Magazine, AU Agenda Urbana y Los ojos de Hipatia y en el diario Nou Torrentí.

 

viernes, 25 de julio de 2014

Yolanda, de Estefanía Farias Martínez


                                                                    Yolanda    

 

             En el colegio conocí a mi primera maestra en el arte de la seducción, Yolanda. Vivía en el barrio del Pilar y su casa fue mi refugio casi todos los fines de semana  desde que llegué al internado. Yolanda era rubia, alta, delgada pero con pechos grandes y caderas generosas. Tenía los ojos saltones y una extraña doble barbilla pero me demostró que a la hora de ligar esas cuestiones eran nimiedades, todo dependía de los objetivos y del alcohol que llevaran encima. Aquella maestra en ciernes del arte del ligoteo me cardaba el pelo o me lo alisaba dependiendo del ánimo y yo me dejaba porque le hacía ilusión. Me maquillaba con estilo, estilo puerta más bien y me hacía llevar minifaldas muy cortas y escotes generosos para ir a juego con ella. Así que como auténticos ejemplares de adolescente desesperada en busca de carne nos adentrábamos en los antros más exclusivos de Orense o Moncloa. Normalmente una bajada de luces, una canción lenta, bailecito agarrado y hecho.  A besar sapos y a dejarse manosear un rato, solo pecho, que éramos decentes todavía. De vuelta en casa a las once.

 

     Hasta que llegaron los soldaditos. Esos no admitían medias tintas. Querían carne y no un aperitivo sino menú completo. Cazaban en grupo y la presa era lo de menos. A mí me toco en suerte un gigante, caníbal encima. Con manos grandes y rasposas que llegaban a todas partes. Una delicia. Muy experto el chico pero mis diecisiete no me convertían en tonta así que se quedó sin postre. Yolanda siguió jugando con soldaditos un tiempo y descubrió que el argumento de la virginidad no achanta a un desesperado con imaginación, lo que la llevó a adentrarse en el sexo anal y a mandar al cuerno al soldado poco después, por considerado y cuidadoso. Se consiguió un novio nuevo. Un tipo formal. Feo, corriente, con calvicie incipiente y orejas muy despegadas. Eso sí muy ingenuo y con planes de futuro. Así que ella dejó de hablarme para que su nueva imagen de chica seria no se viera afectada por antiguas andanzas no tan recatadas.

 
 
 
Estefanía Farias Martínez. Nacida en 1970 en Cartagena, España. Doctora en Filología Árabe por la Universidad de Granada. Animales en las fuentes árabes y referencias en fuentes griegas. Tesis doctoral. Granada: Universidad de Granada, 2008. ISBN: 9788469143698.  Publiqué un par de artículos en revistas especializadas al terminar la tesis: - “El ‘anqa’ en el Qisas de al-Thalabi”, Oriente Moderno. Nuova serie, anno LXXXIX, 2 (2009), pp. 305-317 y -“El gallo, figura trascendental en las Qisas al-anbiya’ ”, MEAH, Sección Arabe-Islam, 58 (2009), pp.77-92.
 
Me vine a vivir a Holanda y hace un año descubrí el placer de escribir mis propios textos. Publiqué un microrelato, ¨Lo que hace un nombre¨ en el primer número de la revista digital Los omniscientes (julio 2014). Y paso día y noche enfrascada en contar mis historias en mi blog al que le puse un título acorde con los contenidos: Exorcizando la antimemoria de mis días oscuros. Por eso de que fantasía y realidad a veces son solo un juego de palabras. http://exorcizandoantimemoria.blogspot.nl/
 
 

miércoles, 23 de julio de 2014

Los relatos de la mesa roja, Mayo Gucoray. Ediciones Albores. 2013.


 Tres autoras, reunidas bajo la firma Mayo Gucoray, recogen en Los relatos de la mesa roja dieciséis historias llenas de fantasía e ingenio con un hilo conductor común, precisamente el elemento que da título a la obra: la mesa roja. De este modo, los personajes de estos relatos, de este universo o de otros, desfilan “sin entrelazarse” casi como leemos en uno de los relatos: ‘…esta especie de baile ha de durar algún tiempo, durante el que han de permanecer entrelazados, motivo por el cual les vemos dando vueltas alrededor de la mesa.’
 

Personajes como la joven y guapa sacerdotisa Ireia en ‘Atlántida’; o el artista Martín y su perplejidad ante las coincidencias que va a experimentar en ‘Sinfonía de sueños’, pasando por Manuel, quien reflexiona desde su camión sobre su rutinaria vida en ‘Dormido’ o los que componen la comitiva reunida alrededor de la mesa roja de madera para tratar un tema de vital importancia en ‘Reunión intergaláctica’.

Acaso, para una edición posterior, recomendaría una sencilla revisión orto-tipográfica que no empaña la de acercarse a estos dieciséis relatos y leerlos sentador a una mesa roja o, mejor aún, en nuestro sillón favorito, experimentando las múltiples sensaciones que Mayo Gucoray han hilvanado en esta obra.
 
                                                                                                                                                  Por Ginés Vera

lunes, 21 de julio de 2014

El idioma español en decadencia, por Anthony Fidelinho Rosas Santos

EL IDIOMA ESPAÑOL EN DECADENCIA

La televisión llegó al Perú aproximadamente en la década del 60, con la finalidad de que cada uno de nosotros empecemos a intercambiar los conceptos y conocimientos, que este mundo nuevo nos trajo en sí, la cultura; sobre todo sea un medio de comunicación fiable en la que aprender de ésta nos ayude de la socialización con el mundo y nuestra interrelación con todos mejore y evolucionemos de acorde al avance.
Con la televisión a cuestas y toda la tecnología que va llegando a nuestros días, la invasión extranjera, el predominio de las grandes sociedades, el alejamiento y distorcionamiento de nuestra manera de pensar; trajo consigo experiencias poco profesionales, tósidas y un alejamiento en primer plano de la manera correcta de hablar y de escribir. Involucrémonos esencialmente en la primera  –la manera incorrecta de hablar–.
En nuestros días, la forma de hablar que esencialmente usan los muchachos está llena de imperfecciones sintácticas, jergas y sobre todo la predominante lengua anglosajona, el cual está presente en su comunicación cotidiana, atrás quedaron los cultismos y las normas. El mundo de ahora ya no tiene en cuenta, qué habla o cómo habla, nos hemos distorsionado gravemente.
Nuestra sociedad se ha ido – últimos años – volviendo adicta a lo poco común, al simplismo, se ha ido enajenando de vulgarismos, barbarismos, se ha acostumbrado a la “basura televisiva”, a los programas de entrevistas simplonas, la calle se ha irrumpido con avisos publicitarios muy mal redactados(haciendo caso omiso a las normas de escritura), infografías de mujeres desnudas – que a más de un adolescente ha dejado con la boca abierta – , nuestra gente de ahora ya no tienen autoconfianza intelectual fueron superados por la mercado migrante de algunos “acriollados”.
Ahora si escuchamos la forma de cómo se expresa una persona anterior a esta época encontraremos diferencias con la de ahora, es decir quizá va a mantener peculiarmente las incongruencias lexicológicas, pero este ciudadano será más cuidadoso al momento de querer emitir ciertos vulgarismos o cierto lenguaje soez, aunque de dicho modo, no se va a expresar con términos extranjeros, a lo que primará la lengua madre quechua, que valgan verdades, los estudiantes (en su mayoría) tienen vergüenza hablar en dicha lengua, se ruborizan, se escandalizan o se esconden.
Pero, si ante ellos presentamos el inglés como alternativa de sociolecto encontraremos un cierto cambio o un apoderamiento masivo e ello.  Este idioma se ha apoderado de ciertas páginas (redes) sociales, que en su mayoría la gente se ha idiotizado y se pusieron en afán de imitar lo que en algunas “pseudo programas televisivos” se muestra, se expresan y se comparte con los usuarios; vale decir, que dicho acostumbramiento no es más que una compleja situación de trauma psicológico o un caso simplismo de inseguridad lexical.
El spanglish como se le ha ido denominando últimamente al apoderamiento masivo del idioma anglosajón – inglés – al nuestro, más como un complejo de marginalización contra el quechua, que un adiestramiento o una imitación por “moda”, esta coalición lenguas no sólo trae consigo que los estudiantes lo utilicen en su convivencia diaria, sino también el deformamiento cultural de nuestra sociedad, la variación de nuestra competencia lingüística, la desaparición y en otros casos la castellanización de ciertos elementos – más por su uso que por su origen-  que nada tuvieron que ver desde las perspectivas diatópicas, diafásicas y diastráticas.
Ahora, sí tenemos en cuenta que también esta manera de pronunciar el inglés es incorrecta , de modo que, el aspecto fonético con el que se estudia dicho idioma también refiere cambios y/o fallas al momento mismo  que cada hablante lo utiliza en su interrelación; en consecuencia estaríamos hablando de un inglés pobre, como si los hablantes (los que utilizan dicha lengua –adolescentes-) fueran analfabetos o bien en una lengua o bien en las dos, a lo que también distorsiona el campo fonético del inglés en su mal manejo léxico.
Por lo tanto, hablar en otra lengua que no sea la nuestra, perjudica seriamente a los hablantes, al entorno y a la estructura gramófona, que al parecerle “moderno, innovador”, etc.; será parte de la vulgaridad  o de la pobreza léxica que se va contrayendo de a pocos, en su mayoría por culpa de la mala utilización de la tecnología; de modo que, la inteligencia está disminuyendo en el mundo y está aumentando la estupidez, es decir nos estamos haciendo prisioneros de un código lingüístico ajeno y estamos mal utilizando o deformando el castellano.


Entonces amigos lectores, no seamos parte de la insensatez del mundo moderno, claro está cambiando, pero que no influya de manera negativa en nosotros, o como en una entrevista un efusivo Marco Aurelio Denegri diría: “Nosotros no tenemos porqué hablar en inglés, porque esa no es nuestra competencia lingüística”;valgan razones, el doctor Denegri tiene toda la razón, es decir, no hay por qué, o no existe la necesidad de emplearlo en nuestra manera de departir, para ello empecemos a leer y a enriquecer nuestro vocabulario. Jóvenes de ahora apoyen la idea de cambio, no mal empleen una lengua que ya ha sido impuesta y ha sido estructurada durante muchos años, en ningún caso imiten o repitan las frases o comentarios desatinados y con muchas imperfecciones que se emiten en los diarios chicha o en la “televisión basura”; por el contrario sean parte de una alfabetización correcta hacia nuestros receptores y sean parte del nuevo cambio que queremos, para el bicentenario de nuestro país. 
                                                                 ESCRIBE:  Anthony Fidelinho Rosas Santos


Anthony Fidelinho Rosas Santos
·             Nació el 28 de enero de 1989 en Colquijirca, Cerro de Pasco (actualmente reside allí) es profesor de Gramática y Literatura.
·             Miembro actual y co-fundador del grupo literario "Explosión Verbal".
·             Fundador de los "Jueves culturales Undac(Universidad Nacional Daniel Alcides Carrión)" durante su última etapa universitaria 2009 - 2010.
·             Director del Círculo literario "Diavisal - Undac" 2010.
·             Actualmente se desempeña como docente, pero también es Orador y Conferencista.
·             También se desempeña como parte del concejo editorial de la revista "El Jinete Insomne", el cual es dirigida por el Lic. Helder Andrade Uscuchagua.
·             Del mismo modo viene publicando diversos artículos en los periódicos regionales como :"La Columna".
·             En los últimos años viene publicando poesías en grupos literarios a nivel nacional (de modo virtual).

martes, 15 de julio de 2014

Nicolás Álvarez Huere y la poesía de Cerro de Pasco: Tres poemas y una canción.

TRES POEMAS Y UNA CANCIÓN


                                                               
                                                                 ESCURCIONERA

                                                                  Escurcionera bendita
Que creces en mi terruño
Mentira me andan diciendo
que tú vas por todas partes

Cuando salí de mi tierra
Cuando caí en agonía
Yo te buscaba llorando
Yo te buscaba sufriendo.

Cualquiera que te conozca
Se quedaría contigo
 Le brindarías tu calor
Aunque la vida te cueste.

Escurcionera, escurcionera
Dame un alivio en mi dolor
Escurcionera, escurcionera
Yo necesito de tu calor.










HOJA SAGRADA

Hoja sagrada, hoja incaica
Tú en el mundo eres la vida
Tú en el mundo eres la fuerza
Del hombre andino, hombre peruano.

Cinco milenios siempre contigo
Grandes hazañas, grandes conquistas
En ti se hallaba paz y sosiego
Entre las penas y alegrías.

Pero tan sólo en este tiempo
De tu gran sumo, linda coquita,
Veneno hicieron de tu dulzura
Trayendo muerte, odio y violencia.

¡Por nuestra coquita sagrada!
Amigos y hermanos del Ande
Cerremos filas, hagamos fuerza
Frente a aquellos que mal la quieren.

El otro día por la mañana
Entre la lluvia te he conocido
A mi coquita voy preguntando
Sobre el destino de nuestras vidas.


PARA PARA HUAYTA

Oh, para para, flor de los Andes
Qué lindo creces en mes de marzo
Entre la niebla, entre la lluvia
El sol calienta tus mañanitas.

De qué valdría tenerla cerca
Si entre la gente es flor de un día
Si alguien quiere cogerse una,
El Dios permite un día al año.

Curas los males, quitas los miedos
Oh, para para carwuaj huaytalla
Ñuca munani hampicunaipa
Cai shongolata mana munana.

Parece, parece que el Dios del cielo
A ti te quiso de verdad
Porque hasta Cristo en Viernes Santo
Es alabado con para para.





A LOS HIJOS DE MI PUEBLO
(Canción)
A los hijos de mi pueblo
Yo les pido que regresen
A su tierra legendaria
A su pueblo tan querido.

El puchero de la abuela
Ya calienta en la bicharra
Y en las tardes de mi pueblo
Ya se oyen las jaranas.

Majestuoso HUAGAY CÓNDOR
Deja de llorar tu llanto,
Las campanas de la Iglesia
Ya anuncian esperanzas.

¡Y los pastos comunales
Ya añoran tu presencia!
Y aún los muertos se levantan
A estrecharte en un abrazo.

FUGA
 ¡Aquí! Estamos luchando
Cantando con nuestros huaynos
Llorando nuestras mulizas.
Bailando con las paisanas.



NICOLÁS ÁLVAREZ HUERE

Nació en Ninacaca (Pasco) en 1958. Es Licenciado en Lengua, Literatura y Ciencias Religiosas por la Universidad Marcelino Champagnat. Bachiller en Sagrada Teología en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma - Italia, el año 2010. Actualmente, prosigue estudios en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima.
 En 1992  la Institución LABOR de Cerro de Pasco lo incluyó entre los diez ganadores del concurso realizado por esa institución. Fruto de ello, se publica un libro poético que incluyen sus versos.
En 1993, en el Encuentro de Poetas y Escritores organizado por la Universidad Nacional del Centro, formó parte de la delegación de Cerro de Pasco. Fue ponente con una propuesta poética, al lado del maestro Luis Pajuelo Frías, entre otros. Este acontecimiento lo hace formar parte de la Asociación de Poetas y Escritores de la Región Central.


En los Primeros Juegos Florales realizados por el Concejo Provincial de Huancayo, con motivo de conmemorar los doscientos años de la Declaración de Cádiz, en España y Huancayo, fue finalista en el Concurso de Novela Corta y fue  premiado en el Congreso Nacional de la Republica, con Diploma de Honor, de manos del congresista por Junín Yhony Cárdenas Cerrón, en acto público, el día 10 de diciembre de 2013.




sábado, 12 de julio de 2014

Entrevista a Juan José Gómez Cadenas: «En la novela se da el combate entre dos personalidades mías: el humanista y el científico».


Entrevistamos Juan José Gómez Cadenas (Cartagena, España. 1960) que actualmente ha publicado la novela ‘Spartana’.  Físico y escritor, Gómez Cadenas es profesor de Investigación del CSIC, catedrático excedente de Física Atómica y Nuclear y director del grupo de Física de Neutrinos del Instituto de Física Corpuscular de Valencia. Formado en Estados Unidos, trabajó durante ocho años en el CERN y ha sido profesor visitante en diversas universidades e instituciones científicas de todo el mundo.



He leído que su novela es a grandes rasgos una historia que parte de un ejercicio de prospección política, económica, social y tecnológica, ¿nos lo explica?
Sí, básicamente al final se produce porque tienes la formación que te permiten interpretarlo y entenderlo. Cojo todos estos elementos que te inquietan como ciudadano y quiero proyectarlos, proyectarlo a sesenta años. ¿Por qué a sesenta años?, porque quiero que sea lo suficientemente cercano para que tenga sentido. Si lo hubiera hecho a mil años no hubiera sabido de qué estaba hablando. Esta extrapolación, esta proyección, nos lleva a reflexionar sobre el mundo en el que estamos ahora, que es el objetivo final de todas las distopías
Más allá de la reflexión sobre las consecuencias de la crisis energética y la sociedad futurista de 2060 en Spartana hay una historia de amor con una gran protagonista, la bella atleta Vega Stark.
Me gusta que me hagas esta pregunta porque muchas de las preguntas que me hacen estos días se centran la atención en la distopía, y a mí lo que me gusta es la historia de Vega Stark. Vega es una muchacha que creo que representa todo lo bueno que yo veo en los jóvenes de hoy en día. La novela se podría decir que es pesimista pero no es pesimista, sino optimista porque la protagonista es una joven que quiere cambiar ella y cambiar el mundo. En realidad no está muy empeñada en cambiar el mundo. Vega es un personaje lleno de fuerza, de energía, de inocencia, de generosidad interna y sobre todo muy valerosa. Esto una cosa que me gustó mucho: meterme en su piel, observarla desde dentro y desde fuera. Ella es una superatleta enorme, gigantesca, es como un ave rara, como una chica feucha, hasta cierto punto acomplejada, tiene la cara marcada; yo la veo con los ojos de fuera y veo su belleza interna y externa.
Ha publicado libros de divulgación y trabajado durante muchos años en el CERN, como científico me gustaría saber ¿qué podemos hacer los ciudadanos de a pie para que el mundo sea otro, mejor del que se describe en Spartana, dentro de medio siglo?
Muy obvio, realmente en la novela se da el combate entre dos personalidades mías: el humanista y el científico. El humanista es pesimista; es pesimista porque no tiene una fe enorme en la Humanidad. El científico en cambio es optimista porque tiende a creer que la ciencia y la tecnología lo puede aliviar. El cruce tiende a resultar un poco optimista. Yo creo que la palabra clave, la que puede resumirlo todo, es la palabra que busca Vega en toda la novela: educación.
Inevitable al leer la sinopsis de Spartana comparar el argumento con otras novelas distópicas de moda, bien Los juegos del hambre o Divergente, ¿qué le diría a los potenciales lectores que no se decidan pensando en ello, en otra novela que sigue la estela de la distopía?
Para empezar no creo que ‘Divergente’ ni ‘Los Juegos del hambre’ sean distopías, son falsas distopías; los mundos que crean son clichés, son decorados, y por lo tanto, increíbles. En cambio esta novela no es un cuento de hadas, tiene bastante sustancia, se aprende bastante del mundo leyéndola, y la parte de la aventura es grande, es intensa. De alguna manera he intentado que sea más amplia de lo que es ‘Los juegos del hambre o ‘Divergente’ a las conozco bien porque tengo hijos jóvenes. Los escenarios son básicamente decorados, son mundos bastante falsos, se convierten a veces en un teatrillo. Aquí la aventura te lleva desde Eurosur a Siberia y finalmente hasta Alberta. Lo que quiero recuperar aquí para los jóvenes básicamente es a Julio Verne. Yo leía a Julio Verne y me lo pase ‘como un animal’ porque Julio Verne te daba aventuras a capazos, te llevaba de acá para allá, te enseñaba gente, y yo lo que quiero es recuperar para los jóvenes toda esa gran aventura y un mundo mucho más complicado que el de esas otras novelitas.


Por Ginés J. Vera

miércoles, 9 de julio de 2014

Grafitti Sucio, de Óscar Málaga: Un cuento en donde la coca, el sexo y el desenfreno materializan aquella Lima de los 90s.

      GRAFFITI SUCIO 

                                  

                                          
                                                                                             Dentro de un reloj roto

                                                                                salpicando el vino

                                                                              con todos los perros de la lluvia

                                                                   TOM WAITS


        Maldita noche, ecran fantasma sobre el que pateo pasos sin sombra que se olvidan en el fragor de su propio estampido. Colgado avanzo. Extraño ahorcado soy; que gime y jura que dice; sonríe y sueña que vive. Busca dos gramos y sabe que es inútil. No hay destino que se revele en los cristales frenéticos de la coca. Pero no busco un destino. Es demasiado tarde para dar pasos atrás. Ella fue un arcoiris. Nada detiene la voracidad de los minutos: un Phantom aterrado buscando una pista nostálgica. Solo trato de recuperar un pasado, dar marcha atrás a la cadencia infernal de la arena, al viejo reloj que ella enredó a mi muñeca. Ha desaparecido, aseguran; que la buscan, informan. Que en la noche se hundió y en la noche quedó. Que nadie la ha vuelto a ver. Yo, que sin razones me acerque, que en la noche sin padre ni madre de Lima le ofrecí palabras llenas de entusiasmo, toqué con la yema de mis dedos su rostro, maldita sea, yo, que solo quise ser un segundo de paz en su vida, yo, Juan de la Cruz, se donde está. En mi cama, echada, el pie izquierdo reposando sobre el piso, los ojos abiertos, sonríe, su mano izquierda protege su corazón frió. No tiene mi nombre el puñal que lo atraviesa.

        Nada me pertenece, nada tengo, nada deseo, pero daría todos los sueños del mundo por ser dueño de un segundo de esta noche y hundirme en él y en un vértigo resplandeciente, desde ese lugar en el que convergirían mis deseos, contemplar, intuir, una verdad, una maldita certeza que ordene una dirección a mis pasos. Me clave en la mirada una foto de lo que sucedió. Porque eso es lo único que en esta noche sin nombre apesta a realidad: algo sucedió. Algo que también es una verdad tan salvaje y divina como ese cuerpo empalideciendo sobre mi cama.

        Lady Diazepan, así la conocía, era por sus ojos, al menos así lo creí, que parecían soñar no ver lo que miraban. Y esa noche fui yo, oscuro suicida ganándose los días con los malabares traicioneros de oscuro periodista, el paisaje que descubría. No era la primera vez que en la bruma neurótica de Lima nos cruzábamos. En alguna fiesta, alguna canción la acercó a mi cuerpo. Tanto que soñé mi lengua ansiosa aniquilaba la frescura de su sudor. Y el instante que siempre esperaba se desató delante de mis ojos. Ella estaba mirándome y yo estaba parado ahí. Sin destino previsto para el próximo segundo pero con todo el futuro apostado a los tres gramos que cargaba en el bolsillo. Y la revelación comenzó. Fue mirarse, descubrirse perdidos en la misma jungla. Al menos asi lo sentí. Y como la noche es un castillo secreto que no tiene dueño rápidamente decidimos tomarla por asalto. Las armas que blandimos: nuestra desesperación por violar la soledad, convertirla en una hermosa mañana despertando juntos. ¿Y por qué no?, pasearnos haciendo religiosas pompas de jabón en el mediodía cruel de la ciudad.

        El bullicio del Bar era satánico, como una estaca logré hundirme en su corazón  hasta encontrarme con su silencio. No hubo saludos. Supe que lo único que cabía en nuestras vidas era una despedida; comprendí que pronto vendría. Porque así son las cosas, la eternidad se acaba cuando aparece la madrugada. Pero aún quedaban algunas horas, que cuando bese sus dos mejillas supe serían infinitas.

        Tomé su mano y avanzamos hacia la puerta.

        No soy un hombre de decisiones, todo lo contrario, estoy lleno de angustia, por eso detuve el taxi, le di mi dirección, la besé mientras tosiendo el auto retomaba la ruta, empujé con vigor la puerta de mi cuarto. Por eso le dije:

        --No se que por qué estamos aquí pero aquí hemos llegado

        --Cierra la puerta con llave, me dijo.

         Busque en el refrigerador dos cervezas heladas. No, exigió, para mí agua. Así fue. Ella tomó agua y yo inicie la continuidad de las cervezas. No tuvimos tiempo de desvestirnos porque de  pronto una luz, puedo jurar tenía el color de las esmeraldas salvajes, apareció en sus ojos.

        --Tengo miedo, dijo.

        Y le volví a llenar el vaso con agua, limpia, transparente, que vertical se hundía en el resplandor cortante que aprisionaba su mano.

        --Todos tenemos miedo, sonreí, es el único motor de nuestras vidas. 

        Y volvió a repetir:

        --Cierra la puerta con llave.

        Y así lo hice, y me senté a su lado. Sácala, dijo, y la saque. Y protegiéndola con  mi mano la enfrenté a la humedad del aire. Y la descubrió eterna y brillante. Y vi sus ojos asustados. A mí me persiguen, creo que repitió. Y con dulzura, un olvidado sentimiento de solidaridad, poco a poco, en silencio, comenzamos a aplacar nuestra desolación con el esplendor opaco y frenético de la coca.             

        --¿Dónde la compraste?

        Y abrí el segundo paquete.

        --En la benevolencia de un Parque.

        E hicimos infinitas líneas, numeramos, y las fuimos nombrando: Reimar, Belcebu, Asnoferonte, y reímos. Y desanudando nuestra oscuridad enrollamos un billete que fue bambú tierno flotando en la voracidad viscosa del océano que nos cubría, que su mano dirigía con destreza de sobreviviente para evitar ahogarnos. Y las líneas desaparecían acribilladas por nuestra respiración. Frenética exterminaba el esplendor del pequeño espejo. 

        --Me van a matar, y me miró sosteniendo el delicado bambú en el aire.

        --¿Quién?

        --No sé, -y brutal lo hundió sobre la ultima línea-  pero todas las noche sueño que me clavan un puñal en el corazón.

        Suicidas, pensé, somos ocho millones de suicidas pateando el mismo pedazo sucio del planeta. De eso se trata, reconocí, de mantener el deseo aun cuando construimos nuestra historia pisando asfalto vació. La ciudad es un graffiti sucio en el blanco corazón del universo.  Pero hermosos y desesperados en ese graffiti desanudamos nuestra única vida. Y debo de encontrarlo, ella me entregó un destino, me  abrió una ruta secreta en la opacidad de la ciudad. Y desde esa noche salgo a buscar en su reino sucio el único nombre que ella delató, clavó, fue una espada rutilante descubriendo un olvidado furor en mi corazón.

        --No reconozco su rostro pero veo sus manos, es alguien que siempre esta acodado al bar, que nunca me dirige una sonrisa.

        Y como todas las noches atravieso la puerta del Bar, me acodo, pido un trago. Y sin disparar una sonrisa olvido el mundo que se agita y baila delante de mis ojos,  

        No soy espectador, ni actor, menos aún un Director, Pastor evangélico, Jefe de barra, Líder boy scout, Agente de seguros, Guachimán, no, jamás, ya olvidé cuando llegue a la conclusión que mi único rol en la ciudad era el de fantasma. Así he vivido. Así vivo. Así viviré los días que me quedan por patear. Por eso soy periodista. Escribo sobre lo que nunca sucedió y opino sobre lo que nunca sucederá, y todas las noches muero en paz. Y cuando en las mañanas, con los ojos hinchados, la cara grasosa, un acre sabor en la boca, resucito, se que volveré a frecuentar la única ciudad que conozco,  el único paraíso que me ha sido concedido: los vastos enjambres de edificios y deseos que arranco a mi máquina de escribir y que durante 24 horas tendrán la vida que le corresponde a las Noticias Locales. Esa es mi vida, le dije, y sonreíamos, tenía treinta años, eso dijo, y agregó, yo también sobrevivo gracias al teclado.

        --¿Y porque te van a matar?

        Se detuvo, y acuchillando la noche restalló en mí la sensación que me descubría deseos que yo desconocía.

        --Porque tengo el secreto, eso es todo, ¿sabes?, soy secretaria.

        Nunca he comprendido la infinidad de cosas que siempre están sucediendo, aún peor: siempre llego tarde para sostener entre el cielo y la tierra esa mano suicida que implora. Aparezco cuando el aire ha perdido desesperación. Ese es el secreto de mi profesión.  Sólo constato hechos, que algo sucedió, que yo no estuve ahí para evitarlo y que por lo tanto no escribiré sobre ello porque nada sucedió si yo no estuve ahí, si nadie estuvo ahí, y a nadie - y ese es  el secreto de la tranquilidad- le interesa leer sobre aquello que es responsable pero no quiso o no pudo evitar. Así son las cosas. Tengo la impresión que esa es una enfermedad que sólo desaparecerá con la muerte. En eso pienso abriendo en la madrugada la puerta de mi cuarto, sentándome frente a mi cama, viendo el cuerpo frió de Lady Diazepan. Su mano calma protegiendo su corazón. Entre el pulgar y el índice brilla el marfil negro del mango del puñal. Y vuelvo a descalzar su pie izquierdo, juntarlo al derecho que se estira sobre la cama. Me desnudo. Y como todas las noches me acuesto a su lado. Enciendo un cigarro y fumando miro con atención, a través del mirador sucio de mi ventana, la lenta y mágica transformación de la noche. Antes que restalle en la claridad de mis deseos la banalidad gris de la madrugada hundo la ultima colilla en el cenicero y me abrazo a ese cuerpo inmóvil. Pongo mi cabeza calma contra el frió húmedo de su hombro -tengo la sensación que en mi ausencia transpira- y recordando las pompas de jabón que nos prometimos me quedo dormido.

        --No quiero dormir, tengo miedo de soñar con ese puñal. 

        Habíamos terminado los tres gramos; ansioso, frenético, quería patear la noche hasta desembarcar debajo de las palmeras muertas del Parque Torres Paz. Tres gramos más, propuse. Tengo miedo de abrir tu puerta. ¿Qué secreto tienes? El secreto de la noche, dijo, poseo el secreto que aniquila las sonrisas, por eso siempre me están persiguiendo, si no me crees mira por la ventana, son dos hombres, siempre están ahí cuando intento vivir. Y me dirigí a la ventana. Apaga la luz, -gritó- apaga la luz. Y Lady Diazepan soltó, con estrépito reventó contra el suelo, el vaso que tenía entre las manos, se arrojó sobre su cartera, antes que pudiera calmarla, empuño un puñal, refulgía inocente la hoja de acero, se oscurecía entre su manos el mango de marfil, de un salto pegó su espalda aterrada contra el muro.

        --No comprendes -gritó- quieren matarme, diablos, comprende, son asesinos.  

        --¿Desde cuándo te persiguen?

        --Apaga la luz si vas a abrir esa maldita ventana, gritó.

        --Basta, basta, si alguien quisiera matarte ya serías una  sombra muerta.

        --Sí, -gritó- quieren matarme, pero, maldita sea, no sé cuando lo harán, cada vez que intento escapar están ahí, siempre están esperándome, abre, abre esa ventana, míralos.

        --No voy a abrirla, suelta ese puñal.

        --Ábrela -gritó, y avanzó hacía mi- te  he seguido esta noche  porque necesito que abras esa maldita ventana.

        Busqué en mi bolsillo mi paquete de cigarros, casi no distinguía sus ojos, se estrechaban en su rostro de gato acorralado.

        --¿Puedo fumar un cigarro?

        La punta fría del puñal rozaba la piel vieja de mi pecho.

        --Ábrela, maldita sea, -gritó- ábrela, por dios, abre esa ventana.

        Abrí la boca plateada del Zippo, rodeé con la yema del pulgar la rueca; perfecta la llama creció, alumbró, separó, nuestros rostros.

        --Cuándo te violaron, -grite- por los mil diablos, dime quién y cuándo te violó, por qué eso ha sucedido, ¿no?, maldita noche, maldita ciudad, maldita vida, dime, ¿quién te violó?

        --Tus manos, dijo.

        Y se llenó de una extraña calma.

        Y se detuvo.

        Y la eternidad de ese instante, de sus ojos acorralados, de su mano tensa, del humo de mi cigarro que no desaparecía, vibraron como notas de bajo golpeando, reverberando, sin compasión contra las paredes sucias de un callejón abandonado. Estalló golpeada por la estridencia sibilina de la navaja desgarrando el aire, que ansiosa buscaba hundirse en mi piel. De milímetros evité esa fulgor azulado que buscaba mi corazón, la retuve de la muñeca, la hice girar y apreté su espalda aterrada contra mi pecho agitado.

        --Mira, Lady Diazepan,  -grité- mira.

        Y corrí la cortina gris que protegía la ventana.

        --Mira, -y miré- no hay nadie, mierda, nadie.

        --Ciérrala, -gritó- cierra que van a subir, van a matarme, ahí están, por Dios, -y reventó en lágrimas-  por favor, no, no me digas que no los ves.

        Y dejé que la cortina cubriera la ventana, el golpe seco del acero contra el piso de madera, la hice girar, el respirar agitado de su llanto, apreté contra mi pecho, juntó sus manos sobre su rostro.

        -- No, no, no me digas que no los ves, no, por favor, no.

        Y no pude evitar que mis lágrimas se despeñaran sobre mis mejillas. Y con la ligereza de un estallido la revelación, araña de mil tentáculos vomitando mil venenos sagrados ahogó con un futuro, que al instante comprendí, las cuevas oscuras de mi alma.

        --Los mataré, -dije- ahí donde estén, Lady Diazepan, te lo prometo.

        Y se separó unos centímetros de mi pecho, subió su rostro húmedo hasta enfrentarse al mío.

        --Están aquí, dijo, y puso su mano calma sobre su corazón.

        Nadie habla de ella. En el ruido satánico del Bar, acodado, reconozco que Lady Diazepan solo transitó los naturales caminos de la demografía y del afecto de Lima. Nadie pregunta por ella. Anoche, al momento de descalzarla, he comprobado que su tobillo está hinchado; al poner mi rostro sobre su hombro, en la delgada capa de humedad que lo envuelve, florecía impetuoso un olor vinagre, fuerte, antiguo. Sí, tan antiguo que no logro ubicarlo en mi memoria. Y he girado mi rostro y he lamido esa humedad picante, la he lamido, y lamiéndola he cerrado los ojos, y en ese instante tan antiguo que todo se detenía envolvía volvía azul, azul infinito, me he hundido como acero cansado en el fragor del sueño.

        Y otra mañana se ha abierto y al abrir los ojos he recordado su voz, de niña, narrándome su vida.  Es verdad, ahora lo sé, ella poseía la verdad suicida que aniquila la esperanza. Y me he levantado y como todos los días he vuelto a separar sus piernas, descender y calzar su pie izquierdo, dejarlo en la misma posición en que quedo el primer día. No sé por qué lo hago, intuyo que es una manera de diferenciar el día de la noche. Y he posado ligeramente mis labios sobre los suyos. Ya sé quién fue, Lady Diazepan, le he susurrado, maldita profesión, eso es todo, Lady Noche. Y me he dirigido al baño, abierto el botiquín y sin dudar he tomado todo lo necesario para tirar del único gatillo que desata y nos devuelve lo divino. Y he vuelto a mi cuarto, me he sentado en el suelo al borde de la cama, y sin compasión ni arrepentimiento he escrito está leyenda, de un solo golpe me he tragado todas las pastillas de un frasco de Valium diez, y he reposado mi rostro entre el olor vinagre, violento, inicial, de sus muslos, rozando con mis labios su muslo izquierdo. Tocando con la cima de mi cabeza el húmedo lugar donde siempre resucita la inocencia.

                                                                           Beijing, agosto, 1997



Óscar Málaga

Peruano, nacido en Lima en 1947, fue uno de los antologados por José Miguel Oviedo en Estos trece, libro que presentó a los poetas nuevos de los años setenta. Periodista y narrador, ha vivido en varios países y continentes, más recientemente en China por más de una década. Ha publicado Arquitectura de un puente (1989) y, con el Libro del atolondrado, ha ganado en 2002 el premio de poesía del Instituto Cervantes otorgado en el concurso Juan Rulfo de Radio Francia Internacional.