Revista Contra Estudio

lunes, 20 de julio de 2015

La coneja surrealista de Daniel Maguiña. Escribe, Fernando Morote


Daniel Maguiña (Lima, 1984), egresado de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Ricardo Palma, ilustrador freelance y autor de “Anotaciones” (Zignos, 2008), “Mundo T” (Summa, 2011) y “El viaje imaginario de Pollo Fashion” (Ediciones Altazor, 2014) acaba de presentar su nuevo libro, “La coneja surrealista”.
El principal mérito que exhiben los textos que componen la obra es su carácter inclasificable, por lo menos en el sentido que los llamados literatos suelen conferir.
¿Qué son en realidad? ¿Poemas? ¿Microrrelatos? ¿Estampas? ¿Viñetas?
Es lo de menos. Muchos de ellos funcionan maravillosamente. Sin duda existe en su esencia un espíritu de riesgo que atrae. Y por supuesto en ese trance no deja de fluir la poesía….
 
“Te hice el amor con todo el mar dentro de ti”.
Como en el cine o la pintura, si la propuesta remueve la sensibilidad del espectador en alguna manera significa que el contenido tiene potencia. En arte, y particularmente en literatura, no hace falta perder tiempo ni energía tratando de buscar una explicación racional a cada palabra, frase o expresión; es suficiente con observar, apreciar y disfrutar.
En sus páginas, entre epígrafes y párrafos, se encuentra un abundante número de nombres de artistas que encienden apasionado entusiasmo alrededor del universo, pero pocos son precisamente surrealistas. Sin embargo entre ellos destaca la presencia de Salvador Dalí y sus “Atletas cósmicos” como la mayor influencia reconocible. Maguiña no se retrae –cualidad adicional digna de resaltar- de proclamar su admiración por aquellos que lo motivan desde distintas disciplinas.
El término “coneja” proviene de un modo cariñoso de llamar a la mujer que lo inspira, y lo “surrealista” aflora -antes que de una referencia a los genios de principios del siglo XX- de las imágenes soñadas por ella.
“La coneja surrealista” es un variado conjunto de ingeniosas declaraciones de amor. Algunos pasajes revelan cierto tono infantil que combina a la perfección con otros marcadamente eróticos. Cuenta además con una ligera dosis de humor y otra de crítica. Los dibujos interiores y el diseño de la portada son contribuciones personales del mismo autor a la elaboración completa del material prologado por el gran Arturo Corcuera y epilogado por el joven Jorge Ureta Sandoval.
Un escritor debe ser atrevido. El formato original y lúdico que hace de esta nueva entrega una deliciosa pieza de literatura breve -en sintonía con sus anteriores trabajos-, confirma que Maguiña lo es. Para conocer más acerca de su producción en textos e ilustraciones se pueden visitar los siguientes sitios:


Fernando Morote

Piura, Perú-1962. Autor de las novelas “Los quehaceres de un zángano” (2009) y “Polvos ilegales, agarres malditos” (2011), los libros de relatos “Brindis, bromas y bramidos” (2013) y “La cocina del infierno” (2015), y el poemario “Poesía Metal-Mecánica” (1994). Colaborador del Periódico Irreverentes de Madrid y de la Revista Contra Estudio de Lima donde escribe, entre otros temas, artículos sobre cine clásico y reseñas literarias. Actualmente vive en Nueva York.

 


 

 

jueves, 9 de julio de 2015

PUTAS INTELIGENTES ( Tercera entrega), de Marcial Fonseca


                  PUTAS INTELIGENTES
 
                                               3
GOLPEA, PERRO, GOLPEA MÁS FUERTE
 
—Ya le dije; sólo me detuve un momento, fue entonces cuando el tipo se me acercó. Yo tenía los discos en la mano —J. señaló a las cajas esparcidas en el interior del auto—. Las tenía así, mire —hacía como si las estuviese agarrando—. El tipo se acercó, y me golpeó, entonces yo caí así, mire —y pegó su cabeza contra el volante casi con la misma intensidad con la que se había estrellado más temprano.
El claxon sonó y el policía tomó aquello como una burla.
—No se haga el payaso, joven —dijo.
No había sido tan malo, para J. después de todo. El dinero que le habían robado no era totalmente de él. Se preguntó cuál sería la reacción de Pavel al enterarse.
 
El policía terminaba de hacerle unas preguntas de rutina luego de la fallida recreación de los hechos cuando por detrás se aproximó un taxi, y de él bajó el susodicho.
—Me llamaron —dijo Pavel aproximándose—. ¿No le pasó nada? ¿Está bien? —le dijo al policía, que era quien le quedaba más próximo.
—Sí, se encuentra bien, sólo tiene un golpe, nada más.
—No joda, ¿en dónde? —espetó Pavel inspeccionando el automóvil.
—En la cabeza, afortunadamente no…
—… a mí este pendejo me vale madre —dijo señalando a J. que había ido a mear al lado de la carretera y regresaba a paso lento—. Yo hablo del coche, ¿le pasó algo?
—El coche está intacto, fue un asalto, señor. Un A-S-A-L-T-O; no una carambola ni un choque. El afectado es aquí el amigo, le dieron baje a todo su dinero.
Ahora Pavel abría la puerta del conductor.
—LOS DISCOS, LOS DISCOS, LOS MALDITOS DISCOS —decía—.
Sacó el brazo y pescó a J. de la playera, metió su cabeza en el auto, señaló a las cajitas tiradas. Le dijo que por qué putas había agarrado eso, y luego de tomar una y ver que efectivamente, ya no tenían ahí los billetes, le dejó ir la derecha. Lo pateó fuera, esperó a que se reincorporara para luego darle un par más de golpes. El policía lo contemplaba todo desde su patrulla.
—¡PELEA, PERRO, PÉGALE MÁS FUERTE! —decía alentando a Pavel.
Su mano obesa tomaba un celular:
ya ni te preocupes, compadre. no son más que un par de pendejos, nos vemos en media hora.
—GOLPÉALO, PERRO, GOLPÉALO MÁS FUERTE —siguió diciendo luego de guardar el celular.
Dos calles al norte, el “compadre” recibía el mensaje, y contando los billetes, reía atragantado en cerveza.
                                            
 
Marcial Fonseca
Ciudad de México, 1996
Escritor mexicano

"Escribo porque me viene en gana. Extraño lo que ya no existe porque lo que sí lo hace me recuerda aquello mismo. Procuro no ...herir a quienes no podría curar. Mi lujo es ser humilde, y mi humildad se clarea a la menor provocación. Soy malhablado pero oportuno. Suelo cagarla frente a quien sea a cualquier hora y en cualquier lugar. No adulo y no me agrada que lo hagan.
El secreto está en guardar siempre las piezas restantes del rompecabezas.
Si alguna vez necesitas algún poema o consejo, cerciórate de que yo sea el último de tu lista.
No busco problemas, tampoco soluciones; de hecho no busco nada que por mí mismo no pueda encontrar."