Revista Contra Estudio

miércoles, 17 de junio de 2015

PUTAS INTELIGENTES (Segunda entrega), de Marcial Fonseca

                             PUTAS INTELIGENTES

                                                 2
J. Y LOS BILLETES
 
Eva estaba ebria. Su tono de voz tambaleante lo reafirmaba. Pavel, al saber que sería todo menos complejo para J., decidió prestarle su auto, diciéndole que lo fuera a dejar a su casa luego de haberse cogido a la muchacha, única condición. Le aventó las llaves, caminó hacia la esquina, mantuvo arriba el brazo. Un taxi se detuvo, Pavel subió para luego incorporarse y perderse en el saturado intestino mecánico de las calles de humo.
J seguía con las llaves en las manos, por un momento se imaginó sentado en el Tsuru, yendo de vuelta a casa de Pavel con las bolas ya vacías. Caminó hacia el coche, cerró la puerta, insertó la llave. El sonido del motor le recordó a la respiración frenética de todas las mujeres a las que había follado a la par. Recordó que aún le faltaba una. Miró la aguja que marcaba el nivel de la gasolina, estaba casi abajo. Este hijo de su puta madre ni un pinche favor completo me puede hacer, pensó.
Con precaución se introdujo al fluido vehicular. Su objetivo ya no era comprar algo de alcohol y embriagar a una mujer, sino llevar a aquella máquina rugiente y sin matrículas a una gasolinera antes de que lo dejara botado. Quería llegar cuanto antes a aquel ebrio coño que esperaba por él.
—Ponme ciento cincuenta —señaló J. dándole las llaves al tipo de la gasolinera. Luego volteó al estéreo, tomó uno de los discos que había botados, lo metió por la ranura.
 
If you really love me, if you really love me, if you really love me, won´t you tell me?
Rápido J. tomó la desmadrada caja del disco que había introducida, mientras subía el volumen vio la parte trasera.
           Then I won’t have to be playin’ around… playing around… playing around…
En el borde del estuche, detrás del plástico que recubría el espacio del disco, vio un bordecillo verde sobresalir. Jaló y salieron un par de billetes de doscientos cada uno. Con uno de ellos le pagó al empleado de la estación, arrancó el coche y metros después se detuvo. Siguió hurgando en las cajas de los discos, los billetes continuaron saliendo. No bueno, decía J., si este cabrón lo que tiene de dinero lo tiene de imbécil. Manera tan idiota de guardar su dinero, jajá.
Con mil doscientos pesos más en su poder, J. contemplaba la avenida central como su patio trasero, pensó que la pordiosera que esperaba por él calles delante podría ser intercambiada por una puta de lujo. Antes de que pusiera el auto en marcha otra vez golpearon la ventana de su lado. No alcanzó a hacer otra cosa mas que divisar un cañón reluciente bajo el sol apuntándole. Bajó el vidrio, dio del dinero. El que lo atracó le soltó un cachazo, la cara de J. aterrizó violentamente sobre el volante. El ruido del claxon acaparó la atención de todos los transeúntes, se acercaron al auto. El asaltante se había ido. J. descansaba sobre del volante, con los bolsillos vacíos y las bolas llenas.
 
 
Marcial Fonseca
Ciudad de México, 1996
Escritor mexicano

"Escribo porque me viene en gana. Extraño lo que ya no existe porque lo que sí lo hace me recuerda aquello mismo. Procuro no ...herir a quienes no podría curar. Mi lujo es ser humilde, y mi humildad se clarea a la menor provocación. Soy malhablado pero oportuno. Suelo cagarla frente a quien sea a cualquier hora y en cualquier lugar. No adulo y no me agrada que lo hagan.
El secreto está en guardar siempre las piezas restantes del rompecabezas.
Si alguna vez necesitas algún poema o consejo, cerciórate de que yo sea el último de tu lista.
No busco problemas, tampoco soluciones; de hecho no busco nada que por mí mismo no pueda encontrar."
 

 

 

 

 

 

martes, 16 de junio de 2015

Dos libros de Jorge Cuba Luque desde Francia, por Fernando Morote

Lo mejor que puede hacer un escritor es sacar provecho de sus lecturas. Si lo motivan o inspiran, si lo empujan o fuerzan, da igual. Lo importante es aprender de ellas y aplicarlas al trabajo creativo.

Jorge Cuba Luque (nacido en Lima en 1960, residente en París desde 1989) ha seguido el ejemplo del americano Joe Brainard, quien en 1970 –emulado luego en 1978 por el francés Georges Perec- concibió un sencillo texto de original factura, enunciando una nutrida serie de recuerdos propios y ajenos, individuales y sociales, locales e internacionales.
 

La versión de “Yo me acuerdo”, publicada por Cuba Luque en el 2008 a través de Arteidea Editores, ostenta el mérito de ser la única escrita en idioma español, sin ser una traducción de las anteriores. Por ella desfila un galería de celebridades, eventos, actividades y productos que impactaron a la sociedad peruana, latinoamericana y mundial en un período comprendido entre los años 1960 y 1978. Agrega además un número de fotografías que ilustran la obra. El formato permite al lector internarse de inmediato en una vorágine de remembranzas, moviéndolo a revivirlas con un sentido de pertenencia difícil de eludir.

Por ruta similar transita su novela “Tres cosas hay en la vida”, editada en el 2010. Con una trama hábilmente urdida, en la que los personajes entrecruzan sus caminos a lo largo de los años en una manera que sorprende al lector cada vez que aparecen de nuevo en escena, su protagonista personifica la revancha que nace del rencor producido por el complejo de inferioridad y el azote del racismo.
 

El libro -rico en referencias a la música, el cine y el fútbol- aborda una variedad de tópicos que inciden en las relaciones familiares, las pugnas sexuales, las deficiencias educativas, la explotación laboral y la competencia profesional. Los episodios tienen como cortina de fondo el panorama politico que abarca los gobiernos militares de Velasco Alvarado y Morales Bermúdez, así como el regreso a la democracia con Fernando Belaúnde, el devastador descalabro provocado por Alan García y la sorpresiva irrupción de Alberto Fujimori, rematada por los funestos manejos de Vladimiro Montesinos desde sus oficinas en el Servicio de Inteligencia Nacional. Ofrece también un recorrido por diferentes distritos de Lima, incluyendo Chorrillos, Barranco, Miraflores Lince y el Cercado, situando el desenlace en la ciudad de Nueva York durante el ataque a las Torres Gemelas.

Cuba Luque construye una estructura dividida en 3 partes a fin de presentar los componentes de su historia y desarrollar sus accidentadas interacciones, para cuyo efecto acierta cambiando ocasionalmente el punto de vista en la voz narrativa.

 “Yo me acuerdo” y “Tres cosas hay en la vida” constituyen una magnífica oportunidad para el público lector peruano de echar un vistazo a la producción del creciente grupo de sus autores establecidos en el extranjero.
 
 
 Fernando Morote
Piura, Perú-1962. Autor de las novelas “Los quehaceres de un zángano” (2009) y “Polvos ilegales, agarres malditos” (2011), los libros de relatos “Brindis, bromas y bramidos” (2013) y “La cocina del infierno” (2015), y el poemario “Poesía Metal-Mecánica” (1994). Colaborador del Periódico Irreverentes de Madrid donde escribe, entre otros temas, artículos sobre cine clásico. Actualmente vive en Nueva York.

 
 
 

miércoles, 10 de junio de 2015

PUTAS INTELIGENTES (Primera entrega), de Marcial Fonseca

 
                              PUTAS INTELIGENTES


                                                                      1
J. Y PAVEL
A los catorce tuvo su primera eyaculación nocturna, a los dieciséis ya imitaba –según él–, las posiciones de Nacho Vidal sobre las desvalijadas camas del Vermont de la Nápoles con cualquier pirujita que se dejara encamar. Justamente J. estaba haciéndolo, pero con una tipeja que horas atrás Pavel –uno de sus camaradas más cercanos–, le había presentado. Eso era lo curioso.
—Oh, chingada madre, tú hazme caso —le decía Pavel a J.—, por una botellita esta perra te sigue hasta el fin del mundo, ¿por qué no va a seguirte a un motel?, jajá. Ella sabe lo que quiere y claro, lo que los hombres pedimos. Ella obtiene su bebida y tú… ya sabes qué.
 
                                   

   
J. trabajaba en una miscelánea de por ahí. Una amiga de su tía le había dado la chamba con la condición de que fuese sólo mientras él conseguía entrar a un instituto. Lo que la tía y su amiga pasaban por alto es que, luego de que corrieron a J. por haberle roto la madre a su profesor de educación física, encontrar una institución que lo aceptara iba a estar cabrón. A pesar de que J. era para la amiga de su tía no más que un inútil desahuciado, consiguió pasar la semana de prueba y se quedó con la chamba. Le iba bien, procuraba hacer lo que se le pedía, tenía paciencia. Sabía que de vez cuando podía agarrar algo de dinero de la registradora sin ser descubierto y eso le alcanzaba para pagar un rato en un hotelucho y un par de botellas a fin de mes.
 
—Tienes razón —dijo J.—,  hay mujeres que al darse cuenta de lo putas que son deciden sacar provecho de ello. Son ellas las de los protagónicos en la televisión, las de los zapatos caros. Son ellas las putas, las putas inteligentes.
—Pero no estamos hablando de una puta inteligente —dijo Pavel—, no exageres. En este caso es sólo una facilona, una alcohólica. Una flor de marzo.
—¿Flor de marzo?
—Sí. Ningún día lo termina estando del todo seca —le contestó—. La muy pendeja, como no tiene dinero para comprar su alcohol, se monta al primer macho que le regale un poco. Por eso te lo digo, carajo. Si estás tan urgido y caliente puedes llevártela a ella a la cama fácil, la conozco. Pero eso sí —agregó—, cúbrete la polla con hule, después no se te vaya a caer a pedazos, jajá.
 J. sacó su Motorola y se lo dio a Pavel, éste pulsó algunas teclas y se lo devolvió. Ya comenzaba a anochecer en la Ciudad de México. La cosa era fácil, sólo había que hablar con la chica, quedar de verse en un lugar cercano al Vermont o algún otro hotel, pasarse por un ingenio un rato, hacer que la puta inteligente bebiera y –después claro–, finiquitar el asunto.
 
                                          

 Marcial Fonseca
Ciudad de México, 1996
Escritor mexicano

"Escribo porque me viene en gana. Extraño lo que ya no existe porque lo que sí lo hace me recuerda aquello mismo. Procuro no ...herir a quienes no podría curar. Mi lujo es ser humilde, y mi humildad se clarea a la menor provocación. Soy malhablado pero oportuno. Suelo cagarla frente a quien sea a cualquier hora y en cualquier lugar. No adulo y no me agrada que lo hagan.
El secreto está en guardar siempre las piezas restantes del rompecabezas.
Si alguna vez necesitas algún poema o consejo, cerciórate de que yo sea el último de tu lista.
No busco problemas, tampoco soluciones; de hecho no busco nada que por mí mismo no pueda encontrar."


 

 

sábado, 6 de junio de 2015

“El péndulo familiar” y “La rebelión de los inexistentes”, dos novelas de Juan Patricio Lombera, por Fernando Morote

A veces para un escritor resulta insuficiente fabular en sus libros ciertos detalles particulares de su historia personal. En algunas ocasiones necesita revisar y relatar la más amplia trama de la vida familiar para poder encontrar u otorgar un sentido a la suya.
Una crisis conyugal remite a Patricio –alter ego del autor, qué duda cabe- a otra más honda de carácter existencial, lo cual desencadena una serie de cuestionamientos que lo llevan a considerar el suicidio como solución.
En “El péndulo familiar”, escrita en el 2011, Lombera plantea el dilema de la vocación como elemento crucial. El protagonista sufre una asfixiante sensación de vacío interior ante la obligación de decidir entre ser lo que quiere ser o lo que los otros quieren que sea. Como efecto revelador  rememora la formación y evolución de su núcleo sanguíneo más próximo para acompañar el proceso de auto-crítica y acabar hallando una vía, no de escape, sino de alivio y dirección.

Mediante capítulos que van entrelazando escenas de la Revolución Mexicana –con importantes y apasionantes referencias a las falsas reformas, los asesinatos políticos y la guerra contra los cristeros- recorre la directa o indirecta participación de sus parientes en ella, exponiendo las vicisitudes de un clan acomodado que es atravesado por los conflictos políticos, sociales y económicos de la época.
La descripción minuciosa del vínculo con sus ancestros expresa una intimidad que permite conocer a fondo el temperamento de cada uno de ellos y su influencia en la personalidad del personaje principal.
Su visión de la figura paterna es un espejo que considero una invitación a mirarme desde dos posiciones opuestas: “su padre es un ser verdaderamente extraño para Patricio. Se lo pasan muy bien juntos durante las vacaciones, pero en épocas de trabajo es un personaje que transmite muchas luchas, tanto internas como externas. Desaparece durante varios días o llega destrozado en la noche con ganas de cenar y dormir y siempre maldiciendo de sus colegas de trabajo. Para Patricio, él es un ser compuesto de dos personas. Una afectuosa y con bastante sentido del humor, durante las visitas a los parques donde hacen ejercicio los fines de semana y durante las vacaciones, y otra lejana y con un cierto punto siniestro durante las épocas de trabajo”.
“La rebelión de los inexistentes”, publicada 7 años antes por Ediciones Irreverentes, presenta un enfoque en apariencia distinto. Sale del esquema personal e ingresa en el ámbito universal, del mismo modo que abandona el corte realista y entra en la ciencia ficción.
Es un prolijo relato que, por un lado, denuncia la esclavitud de nuestros tiempos, y por otro expresa el clamor del ser humano por liberarse. Individuos reducidos miserablemente a la tarea de sobrevivir día a día, relegados, privados de disfrutar los verdaderos placeres de la vida por tener que limitarse a trabajar para pagar la renta, comprar alimentos y cancelar deudas.
Es el retrato de un sistema opresor que desangra a sus bestias de carga mientras le son útiles y las elimina cuando dejan de serlo. Los integrantes de la masa productiva, representados por Isidro Gálvez, el protagonista, se debaten en la disyuntiva de hacer lo que quieren o lo que deben. La aspiración a invertir más energía haciendo lo que les gusta y dedicar sólo el tiempo justo para las actividades laborales es aquí formulada como una utopía dentro de un mundo que en la actualidad funciona exactamente al revés del propósito para el que fue creado. La lealtad con uno mismo, con los propios deseos, sueños y proyecciones se convierten en un derecho por el que hay que luchar. Cualquier trabajo artístico es considerado inútil, ingenuo y pernicioso. Pretender vivir de ello es una estupidez monumental.
 
Lombera, nacido en Ciudad de México en 1972  e hincha a muerte del Atlante -club de fútbol de aparición recurrente en ambos textos- acierta al delinear la realidad en términos extremos bajo dos registros diferentes.
Para conocer más acerca de la obra narrativa del escritor azteca radicado en Madrid se puede visitar su blog oficial: http://lombera.blogspot.com.es/

Escribe: Fernando Morote

Fernando Morote
Piura, Perú-1962. Autor de las novelas “Los quehaceres de un zángano” (2009) y “Polvos ilegales, agarres malditos” (2011), los libros de relatos “Brindis, bromas y bramidos” (2013) y “La cocina del infierno” (2015), y el poemario “Poesía Metal-Mecánica” (1994). Colaborador del Periódico Irreverentes de Madrid donde escribe, entre otros temas, artículos sobre cine clásico. Actualmente vive en Nueva York.
 

jueves, 4 de junio de 2015

Ginés Vera y el arte de dominar la impaciencia, por Fernando Morote

Es verdad que para llegar a ser un buen escritor –alguien capaz de seducir, deslumbrar y estremecer a sus lectores- el talento no es suficiente. Por supuesto el entusiasmo solo es mucho menos útil. El arte de escribir es una actividad que requiere, además de lo anterior, mucha astucia, tenacidad y disciplina.

El autor valenciano Ginés Vera, consciente de que estas cualidades deben aprenderse y cultivarse, ha reunido su vasta experiencia impartiendo talleres literarios (presenciales y online) en su nueva obra, “El escritor impaciente, manual para narradores” (ADD Editorial, Abril 2015), un breve pero completo compendio de definiciones y recursos que lo convierten en una herramienta de notable utilidad práctica para todos aquellos afanados por internarse en el frondoso terreno de la narrativa.
Vera, utilizando un lenguaje fresco y ofreciendo explicaciones claras, con enunciados fáciles de entender, revela también la abundancia y la calidad de sus referentes. Cada capítulo, encabezado con títulos originales, creativos, en algunos casos incluso divertidos, abierto con citas apropiadas y certeras, cerrado con una batería de preguntas pertinentes proponiendo ejercicios, motivan a consumir la lectura de un tirón.

En el Prólogo sostiene: “Quiero pensar, mientras escribo estas líneas, que el lector-escritor mantendrá intactas sus ambiciones, las de querer ser el mejor de sí mismo y no el mejor de todos, antes y después de leer este libro”. Es cierto. Para mí escribir no se trata de competir contra otros sino de superarse a uno mismo y compartir con los demás.
Ginés lo hace de un modo muy generoso y eficaz abordando una variedad de tópicos que muy bien pueden servir –al aspirante y al experimentado- como una linterna dentro de un largo y oscuro túnel.
Entre los temas desarrollados se encuentran la elección del lugar y tiempo, el empleo de material de apoyo (como libretas de notas y diccionarios), la función de la imaginación, el impulso de la creatividad, la disposición de otras fuentes (pinturas, música, películas, video-juegos, anécdotas), el uso de instrumentos como la lluvia de ideas y el plagio creativo, los elementos que componen el texto (quién, qué, cómo, dónde, cuándo y por qué), las diferentes modalidades para construir la historia, la selección de las voces narrativas (tono, ritmo, título, inicios, finales), la caracterización de los personajes, la elaboración de los diálogos, el manejo de la trama, la importancia de corregir-revisar-releer-recortar-retocar.
Vera tiene la habilidad de evitar el sermoneo. En ningún momento señala al lector-escritor lo que no debe hacer (nada más provocativo para un rebelde que lo prohibido). En cambio le entrega un paquete de conceptos que lo ayudan de manera efectiva a prevenirlo de caer en una serie de vicios comunes y ser arrastrado por ellos.
“El escritor impaciente” es a la vez, para alguien que ya ha recorrido parte de este camino -y continúa haciéndolo-, una confirmación y una reafirmación de lo descubierto y aprendido de forma empírica y es además una magnífica ilustración teórica para acompañar al instinto y la intuición.
“¿Así que quieres ser escritor?”, desafió el viejo Buko en su famoso poema. Sí, no es mala idea prestar atención a sus consejos. Yo añadiría: Y no dejes de echar un buen vistazo al manual de Ginés Vera. Hazlo pronto.
Después de todo, ¿qué escritor no es impaciente?
 
Fernando Morote
Piura, Perú-1962. Autor de las novelas “Los quehaceres de un zángano” (2009) y “Polvos ilegales, agarres malditos” (2011), los libros de relatos “Brindis, bromas y bramidos” (2013) y “La cocina del infierno” (2015), y el poemario “Poesía Metal-Mecánica” (1994). Colaborador del Periódico Irreverentes de Madrid donde escribe, entre otros temas, artículos sobre cine clásico. Actualmente vive en Nueva York.