A veces para un escritor resulta insuficiente fabular en sus libros ciertos detalles particulares de su historia personal. En algunas ocasiones necesita revisar y relatar la más amplia trama de la vida familiar para poder encontrar u otorgar un sentido a la suya.
Una crisis conyugal remite a Patricio –alter ego del autor, qué duda cabe- a otra más honda de carácter existencial, lo cual desencadena una serie de cuestionamientos que lo llevan a considerar el suicidio como solución.
En “El péndulo familiar”, escrita en el 2011, Lombera plantea el dilema de la vocación como elemento crucial. El protagonista sufre una asfixiante sensación de vacío interior ante la obligación de decidir entre ser lo que quiere ser o lo que los otros quieren que sea. Como efecto revelador rememora la formación y evolución de su núcleo sanguíneo más próximo para acompañar el proceso de auto-crítica y acabar hallando una vía, no de escape, sino de alivio y dirección.
Mediante capítulos que van entrelazando escenas de la Revolución Mexicana –con importantes y apasionantes referencias a las falsas reformas, los asesinatos políticos y la guerra contra los cristeros- recorre la directa o indirecta participación de sus parientes en ella, exponiendo las vicisitudes de un clan acomodado que es atravesado por los conflictos políticos, sociales y económicos de la época.
La descripción minuciosa del vínculo con sus ancestros expresa una intimidad que permite conocer a fondo el temperamento de cada uno de ellos y su influencia en la personalidad del personaje principal.
Su visión de la figura paterna es un espejo que considero una invitación a mirarme desde dos posiciones opuestas: “su padre es un ser verdaderamente extraño para Patricio. Se lo pasan muy bien juntos durante las vacaciones, pero en épocas de trabajo es un personaje que transmite muchas luchas, tanto internas como externas. Desaparece durante varios días o llega destrozado en la noche con ganas de cenar y dormir y siempre maldiciendo de sus colegas de trabajo. Para Patricio, él es un ser compuesto de dos personas. Una afectuosa y con bastante sentido del humor, durante las visitas a los parques donde hacen ejercicio los fines de semana y durante las vacaciones, y otra lejana y con un cierto punto siniestro durante las épocas de trabajo”.
“La rebelión de los inexistentes”, publicada 7 años antes por Ediciones Irreverentes, presenta un enfoque en apariencia distinto. Sale del esquema personal e ingresa en el ámbito universal, del mismo modo que abandona el corte realista y entra en la ciencia ficción.
Es un prolijo relato que, por un lado, denuncia la esclavitud de nuestros tiempos, y por otro expresa el clamor del ser humano por liberarse. Individuos reducidos miserablemente a la tarea de sobrevivir día a día, relegados, privados de disfrutar los verdaderos placeres de la vida por tener que limitarse a trabajar para pagar la renta, comprar alimentos y cancelar deudas.
Es el retrato de un sistema opresor que desangra a sus bestias de carga mientras le son útiles y las elimina cuando dejan de serlo. Los integrantes de la masa productiva, representados por Isidro Gálvez, el protagonista, se debaten en la disyuntiva de hacer lo que quieren o lo que deben. La aspiración a invertir más energía haciendo lo que les gusta y dedicar sólo el tiempo justo para las actividades laborales es aquí formulada como una utopía dentro de un mundo que en la actualidad funciona exactamente al revés del propósito para el que fue creado. La lealtad con uno mismo, con los propios deseos, sueños y proyecciones se convierten en un derecho por el que hay que luchar. Cualquier trabajo artístico es considerado inútil, ingenuo y pernicioso. Pretender vivir de ello es una estupidez monumental.
Lombera, nacido en Ciudad de México en 1972 e hincha a muerte del Atlante -club de fútbol de aparición recurrente en ambos textos- acierta al delinear la realidad en términos extremos bajo dos registros diferentes.
Para conocer más acerca de la obra narrativa del escritor azteca radicado en Madrid se puede visitar su blog oficial: http://lombera.blogspot.com.es/
Escribe: Fernando Morote
Fernando Morote
Piura, Perú-1962. Autor de las novelas “Los quehaceres de un zángano” (2009) y “Polvos ilegales, agarres malditos” (2011), los libros de relatos “Brindis, bromas y bramidos” (2013) y “La cocina del infierno” (2015), y el poemario “Poesía Metal-Mecánica” (1994). Colaborador del Periódico Irreverentes de Madrid donde escribe, entre otros temas, artículos sobre cine clásico. Actualmente vive en Nueva York.
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