Revista Contra Estudio

viernes, 27 de junio de 2014

Fernando Morote: Copa del Mundo: Errores que matan

                      Copa del Mundo: Errores que matan

El triunfo, en la última fecha de la primera fase del mundial, se ha portado como una amante infiel que a la mínima oportunidad se va sin escrúpulos con el mejor postor. El asombro que causaron al inicio algunas selecciones cedió paso al cálculo de otras.

Argelia y Nigeria son los únicos representantes africanos que continúan en carrera. Los vaticinios del rey Pelé, formulados a principios de los 70’ y a punto de cristalizarse a mediados de los 90’–el futuro del fútbol yace en el continente negro-, parecen nuevamente distantes de tomar cuerpo.

Grecia, en las postrimerías del cotejo, tropezó con su clasificación a octavos sobre el punto de penal después de que Costa de Marfil la tuviera prácticamente en el bolsillo. Estados Unidos, en un final de básquetbol durante su encuentro previo, no supo sostener su notable progreso y sucumbió a su ingenuidad dejándose empatar por Portugal faltando 30 segundos.

Colombia es quizás el único de los clasificados a quien no le convenía encabezar su grupo. Habrá que ver si la emoción de sentirse líder, igual que en Italia 90’, no lo traiciona esta vez. Para ser sincero, es preciso aceptar que aún no ha enfrentado un rival digno que pruebe en verdad de qué material está hecho.

Croacia fue más boca que fútbol. En las conferencias de prensa, Kovac y Modric desempeñaron a la perfección su papel como discípulos de Mourinho en el arte de disminuir al oponente con declaraciones despectivas, pero al final carecieron de armas para traducir en goles sus ataques verbales contra los aztecas.

Chile, cayendo ante Holanda, confirmó que no le había ganado a España sino a lo que quedaba de ella, un campeón moribundo en estado catatónico sobre cuyo féretro los mapochinos sólo lanzaron las paladas de tierra de despedida. Vencer a Australia, aunque fue visto como una proeza, no es una medida realista. El cuadro oceánico, a embargo de su superación, sigue siendo uno de tercera categoría.
 
 

Italia, pese su oficio y experiencia, tuvo que volverse a la bota por una falla estúpida tratando de dominar un balón embarazoso dentro del área cuando lo que correspondía era reventarlo de un puntazo. Sin descender a la esfera del “catenaccio”, que Prandelli desterró en esta etapa de la “azzurra”, hizo recordar en muchos pasajes del partido contra Uruguay el estilo especulativo de Enzo Bearzot en España 82’. Imperdonable error de un equipo que, tras su debut, se perfilaba como serio aspirante al título.

Inglaterra resbaló en la misma trampa. A 10 minutos de concluir las acciones, cuando se hallaba a puertas de revertir el marcador, un descuido permitió que Muslera habilitara desde su arco con un pase larguísimo a Luis Suárez, quien fulminó sin piedad a Hart.

Para decirlo de un modo amable, a despecho de su talento futbolístico y cotización internacional, Luis Suárez es el vivo retrato de un perdedor. La misma arrogancia e infelicidad que brotaba de los rostros de sus antecesores en el ramo -Maradona y Tyson- es la que hace de Luisito un tipo nauseabundo y despreciable cuyos ataques de frustración esquizofrénica merecen sacarlo a pasear con cadena y bozal antes de la competencia para bajarle los niveles de espuma rabiosa o internarlo en una perrera municipal para el adiestramiento apropiado.
 
 

Piura, Perú-1962. Escritor y periodista peruano. Autor de las novelas: “Los quehaceres de un zángano” (2009) y “Polvos ilegales, agarres malditos” (2011), el libro de relatos “Brindis, bromas y bramidos” (2013) y el poemario “Poesía Metal-Mecánica” (1994). Actualmente vive en Nueva York y colabora con revistas de España (Periódico Irreverentes de Madrid y Pandora Magazine de León) y Perú (Lima Gris y Contra Estudio), entre otros temas, escribiendo artículos sobre cine clásico.

 
 
 
 
 
 
 

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