Lecciones iniciales de Brasil 2014
Con
apenas 2 fechas cumplidas, es prematuro aventurar conjeturas de carácter
deportivo. Sin embargo algunas apreciaciones pueden ser expuestas.
La
ceremonia de inauguración fue una de las más pobres y aburridas de las últimas
décadas. Sin brillo, incapaz de provocar un grado de asombro o despertar una
mínima admiración. En verdad se esperaba algo mejor de
los brasileños, considerando su vasta riqueza cultural. Entre sus artistas
locales hubieran hallado abundancia de figuras con mucho mayor talento que
Jennifer López, Pitbull y la propia Claudia Leitte (su anatomía en azul lo único
rescatable de la –felizmente- breve presentación). Llamar a Shakira para que cante su insípido
“La-la-la” sólo hubiera empeorado las cosas. El millonario aparato publicitario
no alcanza para convertir la idiotez en un producto musical de calidad.
Las
patéticas condiciones sociales del país atentan contra el éxito del evento. Aunque
las protestas se han agravado en los días previos a su inicio, la FIFA acusó
recibo del malestar y la oposición del pueblo carioca desde el momento mismo en
que le otorgó la sede. Lo que derivó en una alarmante falta de apoyo e
inadmisibles retrasos en la entrega de los estadios (nuevos o remodelados).
Cabe preguntarse, entonces, por qué Blatter y Platini no replantearon oportunamente
la posibilidad de llevarse la Copa del Mundo a otra parte, donde sea en serio una
fiesta y no una lucha. Tal como hizo Joao
Havelange cuando decidió despojar a Colombia de ser el organizador en 1986
porque 5 años antes –¡en Julio de 1981!- un hincha invadió la cancha de El Campín
de Bogotá durante la disputa eliminatoria contra Perú.
Las
fatídicas actuaciones arbitrales demuestran que es tiempo de que el organismo máximo
del balompié internacional ingrese al siglo XXI y siga por fin el ejemplo de lo
que hace tantos años ponen en práctica las autoridades del béisbol, el
básquetbol o el fútbol americano en los Estados Unidos. Ante una jugada dudosa
–no cualquiera intranscendente sino sólo aquella que puede decidir el destino de
un partido- los jueces recurren al video. Suspenden la acción unos instantes,
revisan en un monitor las imágenes grabadas y verifican lo que realmente
sucedió. Si marcaron bien, ratifican su fallo. Si encuentran que se
equivocaron, lo corrigen. Nadie se espanta. A ningún aficionado se le ocurre
decir que un procedimiento de ese tipo desvirtúa la naturaleza del juego. Por
el contrario, todos apoyan el uso de la tecnología porque comprenden que es una
herramienta que ayuda a resolver con justicia los resultados de una competencia
de alto nivel.
Brasil
2014 apenas empieza. Por lo visto hasta ahora parece que la abdicación del Rey
de España ha sido una certera premonición de lo que espera a la furia roja. Y ésta
quizás sea además la resurrección de ese ballet de danza moderna conocida como la
naranja mecánica. Tan (o más) letal que la de
Kubrick…
Fernando Morote
Piura, Perú-1962. Escritor y periodista peruano. Autor de las novelas: “Los quehaceres de un zángano” (2009) y “Polvos ilegales, agarres malditos” (2011), el libro de relatos “Brindis, bromas y bramidos” (2013) y el poemario “Poesía Metal-Mecánica” (1994). Actualmente vive en Nueva York y colabora con revistas de España (Periódico Irreverentes de Madrid y Pandora Magazine de León) y Perú (Lima Gris y Contra Estudio), entre otros temas, escribiendo artículos sobre cine clásico.
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